Para tí, que eres como la constante de mi vida cuyo único propósito parece ser el de sacarme de mis casillas.
Para tí, cuya razón de existir es para evitar que me vuelva loca o para que olvide quién soy yo.
Para tí, quien en más de una ocasión me enseñó un lado de la vida que me negaba a ver, o a reconocer.
Tu, cuyo nombre desconozco y cuyo rostro nunca puedo ver, te dedico mis sueños, mis anhelos, mi todo. Tu, quién a pesar de no verte, no sentirte, ni saber a ciencia cierta de tu existencia, te dedico mis palabras tan mal redactadas que a cualquiera bien puede darle un ataque ante semejantes horrores.
Pero ante todo, a ti te dedico mis pesadillas, para que las cuides y las atesores de una forma que yo no puedo. Por que soy una cobarde, porque tengo el corazón en un puño. Porque, a pesar de todo, me rehuso a que mí mente las recuerde cuando mi corazón, ese órgano pulsante, las recuerda en demasía. No. No quiero semejante carga. Es por eso que a tí te las entrego. Para que las cuides y atesores, para que en tu cuidado dejen de ser objeto de miedo, temor y tristeza, y pasen a ser objeto de reflexión, introspección, e incluso de vida. A tí te entrego mis pesadillas, porque yo no tengo ni el tiempo ni el valor para cuidarlas. Pero dejame mis sueños, ellos hacen que siga adelante. Ellos me hacen permanecer con un pie sobre la tierra y con el otro en el propio mundo que he creado.
Mis sueños son mis más profundos anhelos, mis pesadillas es lo que la realidad me quiere decir en la forma más cruel que pueda encontrar. Ambos son indispensables para mí. Pero no necesito de ambos para existir. Mi mente puede darse el lujo de olvidar uno. Y mi corazón tambien. Es por eso que mi mente recuerda los sueños, pero mi corazón decidió escoger recordar las pesadillas. Ambos estan conmigo, pero no presentes en la misma forma; dicho suceso simplemente me volvería loca. Sobrecargaría mis sentidos con sentimientos innecesarios, dandome más dolores de cabeza de los que ya tengo (y que ciertamente no necesito).
Te dejo mis pesadillas, pero dejame mis sueños. Despues de todo, soñar es incluso más cruel que una pesadilla que se asemeja más a la realidad...
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